PERSONAJES CON ESTIRPE Y SALERO.

Exuperancia se enamoró de Quirico por su frondosa y exuberante melena rubia, pero en el viaje de novios estando tomándose unas pintas en una terraza de Trujillo, una fuerte ventolera, dejó al descubierto la mentira de Quirico, la peluca salió volando, y Quirico tenía la cabeza más lisa y pelá que el culo de un bebé. En Andavías (Zamora) estaban los cuatrocientos vecinos tomándose un poleo en el bar de Abundio, cuando entró un jeque moro de esos podridos de dinero y dijo: “Alacia alamin balay edrisí muladi tafren yequequi”, los vecinos inmediatamente lo entendieron, y el moro rico lo que les dijo fue: -He dejado el helicóptero en la terraza de Segismunda, me gusta este sitio, y voy a construir aquí en este pueblo, quince ferreterías.- Exuperancia del disgusto que le dio Quirico al ver que era calvo, lo dejó plantado y se fue con el camarero del bar de Trujillo. Tatiana estaba almorzando en un mojón de la carretera y pasó el cabo de la guardia civil y le dijo: - Tatiana estás echando barriga-. Y Tatiana que había sido estibadora en el puerto de Algeciras durante catorce años, con más fuerza que tenía que un toro, le soltó una hostia en el cuello, que el cabo de la guardia civil, estuvo tomándose ibuprofeno nueve meses para los dolores de cabeza, y Anacleto se subió al monte para respirar aire fresco mientras se fumaba un cigarro, pero la mala fortuna hizo que resbalara, y fue a parar a la orilla del río; después de ir rodando monte abajo y dando más de ciento veinte vueltas, llegó magullado, pero seguía con el cigarro en la boca ya que era un fumador empedernido. Cuando Donato lo vio aterrizar, un cabrero que estaba lavándole la cabeza a una cabra le dijo: -te has hecho algo, y Anacleto le contestó: -Qué va, nada nada; me encuentro bien.-  Y Donato continuó con un cepillo lavándole la cabeza a la cabra. Exuperancia dejó a los seis meses al camarero, porque usaba botas militares, y veía muchas películas de guerra, y aquello no le gustó ni un pelo. Quirico del tremendo sofocón se fue llorando, pero estaba tan aturdido, que viviendo en Cádiz, se equivocó de tren y fue a para a la Ría de Bilbao. Allí había un portugués pescando bacalao, y al verlo llorando como el portugués era un poco maricón se ofreció a llevar a Quirico a Cádiz, pero Quirico era muy decente, y el maricón portugués, solo consiguió magrearle un poco el testículo izquierdo. Zuleika que era una curandera ciega repartía la correspondencia del pueblo, y abría todas las cartas para leerlas. El jeque árabe contrató a cincuenta chinos, que en menos de veinte días le construyeron las quince ferreterías. El moro recuperó muy pronto la inversión que había hecho en el pueblo, porque todos los vecinos de Andavías compraban todos los días máquinas de taladrar y muchas pinzas para la ropa. El único que no tenía taladradora era el médico del pueblo, que se moría de envidia. Abundio cuando cerró el bar,  se topó de frente con un forastero y le preguntó: ¿quién eres? Y este dijo:-Me llamo Atila- y Abundio contestó:- ¡Coño entonces desciendes de los “Hunos”, y este dijo: -no, nada de eso; yo soy de los otros: -Mi bisabuelo fue un cura ortodoxo ruso, que robaba a los pobres, y luego repartía el dinero entre los más ricos.-  Zuleika que también andaba por allí escuchando la conversación dijo:-Peor fue lo de mi primo Hierónides que estaba blanqueando la Torre del Oro de Sevilla, le dio una indisposición y se cayó al Guadalquivir, menos más que navegaba por allí un rompehielos finlandés y lo rescataron con una cuerda. Exuperancia tenía un sobrino torero, y para celebrar la derrota de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial que ese año hacía 72 años que finalizó, celebraron un festejo taurino en el pueblo, y mira por donde en el tercio de banderillas un hermano de Donato el cabrero, que tenía noventa y cinco año, descubrió que el banderillero era primo de un general de Hitler que fue juzgado en Suecia por crimines de guerra y le sacaron los ojos por no querer desvelar dónde se escondía Eva Braun la compañera de Hitler. Y Quirico como no pudo recuperar a su mujer, acabó ahorcándose en un castaño del pueblo. A Tatiana quisieron meterla en la cárcel, por dejarle al guardia civil el cuello tocado, pero el jeque moro movió sus contactos y no le pudieron meter mano. Donato continuó lavándoles la cabeza a las cabras; y Anacleto, Zuleika, Abundio, Atila y Hierónides con el maricón portugués al frente trazaron un plan, y cuando el jeque moro se dejó ver por Andavías para verificar como andaba el negocio de las ferreterías, le pagaron una paliza, y el moro ya no apareció más. Segismunda estuvo más de un mes limpiando la terraza del polvorín que levantaba el helicóptero del moro, y Exuperancia decidió no volverse a casar ya que con el calvo tuvo bastante. Hizo unos cursillos por correspondencia y a los cuarenta y siete años ingresó en las Fuerzas Especiales turcas como instructora de vuelo de codornices de medio cuello. Se trata de adiestrar a unos pilotos que se les llama codornices de medio cuello que pilotan unos aviones espías, que solo los detectan las aves de rapiña.   (Gracias a todos por el interés mostrado; entre los pinchazos y las pastillas ya estoy mejor de la Gota).