DIÁLOGO ENTRE ALFREDO Y LA MOSQUITA.

Alfredo ya estaba harto de que todas las noches le picara la mosquita, porque era la única que había en la habitación, y ya lo tenía frito, así que esa noche decidió  poner tierra de por medio. Al poco rato de apagar la luz, oyó como la mosquita al igual que un kamikaze se lanzaba sobre su oreja; encendió la luz y le preguntó: ¿qué; ya me piensas dar la noche?...y la mosquita le respondió:-tendré que alimentarme para poder seguir viviendo, y tú sangre es ideal, porque te cantan mucho los pies;- y Alfredo le replicó: - pues mira; ya me estás cabreando, porque la otra noche, ya me picaste en los huevos, y me los pusiste como dos quesos de bola,- y la mosquita le dijo;- lo que tienes que hacer es dormir con calzoncillos “so marrano”, y Alfredo le contestó;- yo en mi casa y en mi cama duermo como me da la gana, y te tenía que dar vergüenza picarme tanto: -fíjate cómo estás, que a consta mía te estás poniendo como una foca de gorda, y como no adelgaces, no te vas a comer ni una rosca con los mosquitos.- La mosquita ya se puso chula y le dijo: ¡¡¡ Oye tú, no te metas con mi peso, sino te vas a enterar!!!. Aquella situación ya se iba calentando y Alfredo ya bastante tenso le dijo: ¡Anda y tira ya por la ventana, porque como te pille, te voy a estrujar!... La mosquita que hasta entones revoloteaba sobre su cara, aterrizó en una puerta del armario, y ya guardando las distancias, espetó a Alfredo;- no tienes consideración alguna, harías eso con una madre, porque soy madre, y Alfredo le contestó; ¡A mí que carajo me importa que seas madre, además eres una madre con muy mala leche, ¡gorda más que gorda!... -La mía por desgracia ya hace años que murió, pero no tenía tan mala hostia como tú, y jamás le mordió ni le picó a nadie-.  La mosquita para suavizar la conversación y picarle a Alfredo cuando menos se lo esperaba le preguntó: ¿bueno y qué haces en la cama tu solo; no tienes pareja?.. y Alfredo le dijo: -eso  a ti no te interesa, pero bueno, te diré que soy soltero y sin compromiso, mojo el churro cuando puedo, pero no tengo nada serio-.  La mosquita, como era muy astuta, le siguió el juego y ya no le volvió a replicar. Permanecía impertérrita en la puerta del armario, observando detenidamente a Alfredo, por si este se levantaba en su búsqueda, o  si le lanzaba lo primero que pillara a mano. Alfredo comenzó a hablar sin parar, le soltó a la mosquita un discurso tan largo, que ni Fidel Castro lo había hecho tan  extenso en sus mejores  tiempos. De tanto hablar el sueño le venció; y a la mañana siguiente observó que no tenía ninguna picadura; miró de arriba abajo, y de izquierda a derecha,  hasta que se dio cuenta que tenía a la mosquita dormida en la almohada ya que de tanto oírle cascar se  había quedado rendida; abatida y sin resuello ni fuerzas para picarle. Alfredo aunque le dio un poco de lástima, le pegó un manotazo y la mató; y dijo: ¡jódete, que a mí consta ya no te vas a cebar más! ¡Gorda más que gorda!....