LA SEGUNDA EN CAER SERÁ CASTELLÓN... A LAS BARRICADAS.

El portavoz de Iniciativa en Castellón, Vicent Grau dijo a finales de la semana pasada que su formación ecosocialista va a presentar una iniciativa política en el Ayuntamiento para que Castellón sea declarada “ciudad amiga de los animales”, y convocar un referéndum para acabar con las corridas de toros como se pretende hacer en Barcelona. El señor Grau propone la elaboración de un reglamento, que por supuesto antes de presentarlo se debe hacer una consulta popular entre la ciudadanía como se ha hecho en la ciudad Condal, “y aquí es donde se va a dar de boca” de hecho el Partido Popular ya ha dicho que naranjas de la China y que ellos están a favor de los toros. En Barcelona todavía no se sabe que va a pasar, pero Castellón no es ni Canarias ni Cataluña: Castellón y su provincia es la más taurina del mundo con sus tradicionales “Bous al Carrer”, y se van a caer a un pozo antes de asomar el hocico. Si se lleva a cabo la encuesta entre los ciudadanos el “SI” a los toros contra el no sería de escándalo. Por que no sé si será el caso del señor Grau pero el trasfondo de la cuestión es siempre el mismo, y la mayoría de los antitaurinos consideran maltrato las corridas de toros, el toro de cuerda, el toro embolado, el recorte a cuerpo limpio y una capea que se celebre entre amigos y no creo yo que los castellonenses se queden con los brazos cruzados. Algunos aprovechan cualquier circunstancia para alcanzar notoriedad y si sale bien se cuelgan una medalla, y si fracasan pues bueno durante un tiempo logran que su nombre suene con más fuerza. Pero lo que clama al cielo son los contrastes a los que éste hombre hace referencia para cargarse las corridas de toros. Grau establece una comparación entre las corridas de toros y la esclavitud, la pena de muerte o el maltrato a la mujer. (Si hombre si: y que cada seis segundos muera un niño de hambre en el mundo la culpa la tienen las corridas de toros). Un simple apunte. Franco quiso en su día prohibir los “toros emboladados” en Castellón, y ni el mismo dictador se salió con la suya.