COMENTARIO DEL DÍA.

Ponen un audio porno como fondo musical en un centro comercial, cuando queda mucho más fino y ameno para realizar las compras que se escuche como música de fondo una misa de difuntos. Sucedió en California (Estados Unidos). La gente estaba tan ricamente realizando sus compras, cuando de repente se oye por megafonía los gemidos, pujidos y palabras guarras de una mujer, pidiendo que le metieran mucha caña. Como es lógico se armó el cacao y hubo para todos los gustos. Algunos recriminaban a los empleados que aquella cochinada a santo de que venía a cuento, otros se tapaban los oídos; algunos optaron por salir cagando hostias del supermercado, los más viciosillos se les encendieron los ojos, y esperaban expectantes el tronío final de aquella loca que se oía exigiendo más guerra para su cuerpo, y los más cachondos optaron por echarse unas risas. Los que lo pasaron peor y es lógico son los padres que llevaban a niños pequeños, ya que con lo curioso y preguntones que son los niños algunos les decían a los padres; que aquello que se escuchaba que era. No sé qué les explicarían a niños de corta edad, pero desde luego hay que reconocer que no sería nada cómodo pasar por ese trance. Aunque yo creo que hubiese sido mucho peor, si los niños oyen a través de los altavoces unos gritos desgarradores de miedo; palos y tiros: los murmullos y chupetones de unos zombis comiéndoles a los vivos el corazón y el hígado, una sicofonía de muertos o un discurso de Obama; “esto último sí que hubiese supuesto un trauma para las criaturas”. Pero lo jodido es que el audio pornográfico no fue cuestión de una par de minutos, sino que se alargó durante bastante rato. Los responsables del centro comercial manifestaron que no tenían ni idea de lo ocurrido, pero que por supuesto iban a tratar de averiguar a qué se debió la citada orgia musical. Lo mismo cuando se esclarezca todo se trató de un viejo de setenta y cinco años, que se tomó tres viagras y se estaba trajinando a una dependienta detrás de la estantería de la bollería.