El Papa como persona física y humana que diría Chiquito de la Calzada también tiene miedo que le den matarile y bien que se cuida el pellejo. Por muy representante de Cristo o de Dios “vete tu a saber”, que sea en la tierra y por mucha vida eterna que nos vendan en el más allá, no tiene ni prisas ni ganas por abandonar el mundo terrenal, y cuanto más tarde en reunirse con él Padre Celestial mucho mejor. El Vaticano cuenta con la famosa Guardia Suiza, el ejercito más pequeño del mundo que se encarga de la custodia del Pontífice. La Guardia Suiza fue fundada por él Papa Julio II en 1505 ante la necesidad de que existiera un cuerpo militar siempre disponible para proteger al Papa. En aquellos tiempos la decisión más acertada fue la de contratar a mercenarios suizos debido a su gran valentía y reputación ganada en las Guerras de Borgoña. La hazaña más recordada por estos bravos soldados se perpetró en 1527, cuando se enfrentaron a un millar de soldados alemanes y españoles durante el saqueo de Roma por parte de las tropas del emperador Carlos V. Lucharon hasta los mismos escalones del alta mayor, y sobrevivieron solo 42 de los 150 soldados que defendieron la vida del Papa Clemente VII. Formaron un circulo y él Papa quedó en medio como el jueves, así logró escapar por un callejón y refugiarse en el Castillo de Sant' Angelo evitando que lo despellejaran vivo. La Guardia Suiza actual está compuesta por unos 100 soldados: 4 oficiales, 23 mandos intermedios, 70 alabarderos, 2 tamborileros y 1 capellán. Se les entrena en procedimientos y manejo de armas modernas como el fusil suizo SIG 550 y también se les enseña a manejar la espada y la alabarda. Los reclutas deben ser varones, su estado civil soltero, medir un mínimo de 1,74, edad entre 19 y 30 años, poseedor de un titulo profesional o el grado de secundario, recibir instrucción militar en el ejercito suizo y por supuesto tener fe y ser católico. A mí lo que no me gusta es el uniforme es una auténtica horterada y eso que dicen que el diseño original lo creo Miguel Ángel. Yo ya no puedo ser de la Guardia Suiza se me ha pasado el arroz, aunque de fe ande sobrado y el florete lo maneje como Dios.
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