GUARRETES CÉLEBRES

“Mientras más viejo más pellejo”, y “cuanto más poder se tiene más sinvergüenza y depravado se es”. Estos son algunos casos de personajes famosos que pasaron a la historia por sus azarosas y aberrantes vidas sexuales: verracos y concubinas más bien asquerosetes que como gobernantes y mandatarios dejaron mucho que desear, aunque de deseo sexual se saciaban más que el “mono Paco”. El Papa Juan XII, el fornicador. Éste pontífice ha sido considerado como uno de los más nefastos de la Iglesia Católica, debido a su escasa moral y numerosos escándalos mientras ejerció como cabeza de Roma. Su residencia pontificia de Letrán se llenó de mujerzuelas, eunucos y esclavos convirtiéndose en escenarios en el que el “marrano del pontífice” se movía como pez en el agua. Además este Papa era tan inepto y borrico que no sabía ni latín. En sus habituales juergas juraba por Venus o por Júpiter y brindaba por los amores del diablo: “toda una alhaja y máximo representante de la iglesia”. Adonde no llegaría la depravación de este pervertido que un día tuvo la idea de ordenar diácono en una cuadra, y, consagró obispo a un niño de diez años. La noche del 14 de mayo del año 964, Juan XII fue asesinado de un martillazo en sus aposentos por un marido celoso que lo encontró en el lecho con su mujer. Que clase de “cabronazo” no sería el Papa que se aconsejaba a las mujeres que no acudieran a la iglesia de San Juan Laureano para que no fueran violadas por su Santidad. Félix Faure, el presidente que murió feliz. Félix Faure fue el séptimo presidente de Francia, pero es más conocido por la curiosa forma en que murió, que por lo que hizo en su vida. Este pajarraco la “cascó” el 16 de febrero de 1899 de un ataque de apoplejía mientras mantenía relaciones sexuales en su despacho con Marguerite Steinheil y se supo que Faure dio su último suspiro mientras la Steinheil le “comía el plátano”. La pornografía de Alfonso XIII. Quizás la faceta mas desconocida de Alfonso XIII el abuelo del rey sea que es el responsable del origen del cine porno español. Las primeras películas porno españolas fueron rodadas en Barcelona en los años 20, por encargo del Conde de Romanones que actuaba en nombre del rey Alfonso. La productora encargada de realizar las películas era la “Royal Film”. El papel del rey no era solo pagar por ellas, sino que a veces, el mismo sugería algunos argumentos de las películas para que los productores las desarrollaran. Las habilidades de Lola Montes. María Dolores Gilbert más conocida por Lola Montes fue una bailarina y cantante muy bella que recorrió con éxito toda Europa en los inicios del siglo XIX, pero acumuló numerosos escándalos sexuales. En cierta ocasión, se negó a mantener relaciones sexuales con el virrey de Polonia porque éste llevaba dentadura postiza. Entre otros muchos la tal Lola se “cepilló hasta al padre de Alejandro Dumas”, y fue amante del rey Luis I de Baviera. Cierto día un escritor de la época, contó que el rey le había confesado que Lola Montes “podía realizar milagros con los músculos de su clochina”, y que se convenció de ello cuando “logró que tuviera diez orgasmos en un periodo de 24 horas”. Pero no todo el monte es orégano, y tras una vida placentera y de lujos Lola Montes terminó su vida como indigente en las calles de Nueva York. Zingua, la reina insaciable. Tras la muerte del rey de Angola en 1624 le sucedió en el trono su hermana Nziaga Mbandi que según cuentan fue una ninfómana ejemplar, que se divertía organizando combates a muerte entre los participantes de sus orgías, ofreciendo su cuerpo como galardón al campeón que tras una noche entera de “follisqueo” al día siguiente le daba “matarile”. Harta de “joder” a los 77 años cambió de vida y se convirtió al catolicismo. Carol, el superdotado. El rey Carol II de Rumania entre 1893-1953 fue un desastre como monarca, pero resultó ser un portentoso en “centímetros” ya que se gastaba una “tranca como la manga de un abrigo”, y con su atroz “boniato causó estragos”. Estos troneros-as todo lo arreglaban a base de juergas libidinosas mientras el pueblo llano se moría de hambre.