COMENTARIO DEL DÍA.

Dos ancianos uno de 87 años de edad  y otro de 96 se enzarzan en una atroz pelea en las puertas de un puticlub de Almería. Los dos carcamales tras una discusión en el interior del local, después de haber ingerido una cantidad considerable de alcohol, se retaron para darse de hostias en la puerta del puticlub. Según algunas de las personas que estaban en el local, los viejos se pusieron de whiskys y vodka hasta el culo, y para rematar el atracón siguieron con cubatas y chupitos de manzana hasta que se les pusieron los ojos como a los conejos. Estaban tan colocados, que uno de ellos, acusaba al otro de meterse con su chica, hasta que se desafiaron a salir al exterior y darse más palos que a una estera. Varias de las personas que estaban en el puticlub no quisieron perderse el combate, y salieron detrás de los abuelos para ver la ensalada de hostias que se daban. Y los mirones no daban crédito a lo que veían: los dos contrincantes vejestorios eran expertos luchadores de karate y judo y si uno le atizaba al otro, este respondía con más contundencia; se hacían unas llaves impresionantes, y las volteretas que daban para esquivar los golpes nadie lo había visto jamás; grandes expertos de la lucha profesional como Bruce Lee, Chuck Norris, Steven Seagal o el propio Jean Claude Van Damme han sido incapaces de depurar una técnica tan exacta y limpia como la demostrada por los dos abueletes; dominaban las artes marciales  a la perfección y en el repertorio de ambos figuraba el Kick Boxing, Karate, Aikido y el Wing Chum así que las patatas en las rodillas, codos y lumbares parecía no tener fin. Acabaron los dos rasgándose la camisa como Camarón y dándose de leña lo que no hay en los escritos. Alguien debió llamar  a la policía y en cuestión de veinte minutos se presentó una patrulla de la Policía Local, y les pidieron que cesase la pelea, pero lejos de hacerlo y al unísono se fueron para los locales, y de la primera hostia que les dieron los tumbaron patas arriba. El alboroto era tal, que a los cinco minutos, acudieron en auxilio de los dos municipales cinco coches Z de la Policía Nacional, pero estos tampoco se fueron descalzos, y les dieron palos hasta a los faros de los coches patrulla. La gente que hasta ahora había permanecido viendo el espectáculo, se volvieron a meter en el local, porque aquello ya se estaba complicando, y los había simpapeles y con antecedentes penales, así que siguieron observando por un ventanuco que daba a la calle. Por fin entre doce policías nacionales que eran como armarios empotrados y todos doloridos y magullados por la paliza que les habían dado, consiguieron que se calmaran y les pidieron identificarse; pero poco aportaron los abuelos, porque iban indocumentados; el de 87 años no llevaba el carné de identidad encima, y el otro el de los 96 tacos sí que lo llevaba sí, pero le caducó en 1978. Uno de los agentes temblando por sí les atizaban más le dijo;-pero oiga que tiene usted el carnet caducado  desde hace cuarenta años-, pero ya no le replicó más, ya que al viejo solo le bastó una mirada para que el agente desistiera. Una vez más calmados accedieron  por voluntad propia y sin presión alguna a subir a uno de los coches policiales donde fueron trasladados a la comisaría, quedando a disposición judicial. En un juicio rápido de los denominados exprés los dos viejos quedaron absueltos y sin cargo alguno, ya que cuando el juez vio el currículo de los dos se le cayó la baba. Ambos habían sido condecorados en varias ocasiones por sus servicios a la humanidad y a la patria. El más joven estuvo treinta y dos años desmantelando redes en Somalia, pero no redes de pescadores no, redes de piratas; y el mayor fue durante casi cincuenta años Caballero Legionario, vamos que si se colgaba todas las medallas en el pecho no le cabían. Había estado en tantos conflictos y realizado tantas hazañas que hasta las olas de las playas de Almería le presentaban armas.