¡AY MADRE QUÉ SUSTO!...

El hecho ha pasado prácticamente desapercibido, y buena señal de que no se ha tenido que hablar de ello, ya que podía haber sucedido una tremenda catástrofe. El día 3 o 4 de febrero ya que no han especificado con exactitud la fecha, dos submarinos de la OTAN uno británico y otro francés chocaban en el Atlántico a unos 300 kilómetros del Cabo de Finisterre. Los submarinos siniestrados portaban 46 cabezas nucleares en 16 misiles, y una tripulación en total de 241 marineros. Los submarinos tenían 150 metros de largo y 13 de diámetro. Ahora para quitar hierro dicen que en el golpe era improbable que se hubiese producido una explosión nuclear, pero sí podía haberse dado el caso de producirse fugas radiactivas. Afortunadamente no pasó nada y todo quedó en una simple anécdota, ya qué en el caso de fugas radiactivas los primeros en perecer hubieran sido los 241 marineros que iban a bordo. El Gobierno español no fue informado ni por las autoridades inglesas ni francesas hasta días después del incidente, y la noticia no fue oficialmente difundida hasta el 17 de febrero. Tan grande que es el Océano y con la tecnología tan avanzada que poseen estos monstruos guerreros tiene guasa que choquen en alta mar. Y aquí no vale aquello de que se han saltado un stop o un semáforo en rojo, o la escusa de que en la calzada había manchas de aceite. Yo creo que estaba lloviendo y las escobillas de los limpia parabrisas de la cabina no funcionaban adecuadamente, igual algo tan importante como es este detalle se les pasó por alto revisarlo. A pesar del accidente los técnicos se hallan la mar de contentos, ya que dicen que se ha demostrado lo silenciosos que son los submarinos que no serían capaces de detectarlos el enemigo: “mira que leches, ni los amigos tampoco”. Y como no; tenía que suceder cerca de nuestras costas. ¡Ay madre qué susto!...