Nunca en democracia se había vivido tanta crispación como la que están protagonizando últimamente Gobierno y oposición. El Gobierno insiste en que en ningún caso se ha llevado a cabo ningún tipo de espionaje, ni escuchas telefónicas, ni nada de nada en contra de los intereses del Partido Popular. Y la oposición dícese sentirse tan vejada que comienzan a dudar de algunos fiscales, jueces, policías y hasta del tío del carrito que vende los helados. Ambos se dirigen acusaciones muy graves, pero ni unos ni otros aclaran nada. Si el Gobierno dice la verdad, el poder del Estado debería mostrarse más contundente con las manifestaciones de los dirigentes Populares, y que a más de uno se le cayeran los palos del sombrajo poniéndolo a buen recaudo, ya que hacer acusaciones tan graves como las que vienen exponiendo y no demostrarlo es un delito. Pero si entre el Gobierno existe algún trepa también debería rodarle la cabeza. La cuestión es que éste agosto siendo el mes de vacaciones por excelencia y que en teoría debería ser sosegado y tranquilo, se está convirtiendo de los más tortuosos y tormentosos de los últimos tiempos tanto político como meteorológico Pero todo tarde o temprano sale a la luz, y alguno o algunos están tocando hilos que no deben corriendo el riesgo de ser electrocutados.
VIEJOS
Hace 1 hora
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