En el mundo artístico en general siempre ha existido y existirá la rivalidad y pugna por encumbrarse a la gloria, y cada cual en su faceta ha hecho lo imposible para pasar a la historia como él mejor o uno de los mejores en su género. Y en el toreo ese antagonismo o “enfrentamiento”, ha sido una constante mucho más acentuada que en cualquier otra profesión sublime. A través de la historia algunos toreros o lidiadores como se les denominaba antes, han perdido los papeles y han desmerecido o puesto en entredicho el trabajo o la profesionalidad de otro compañero a veces con el único propósito de que ese enfrentamiento despertara él interés del aficionado y que su caché subiera más enteros. “El marketing en los toros también existe”. Incluso toreros que se han negado a compartir cartel con otro, algo que en parte puede comprenderse por lo que comentaba al principio de pretender ser él mejor y cualquier treta sirve, aunque luego él aficionado y entendido de verás ha colocado a cada cual en su sitio. Aunque todo esto es más o menos entendible si se ha coincido en la misma época y si has tenido que compartir cartel con tu adversario. Pero que un consumado maestro desprestigie a otro torero cuando los separan años de profesión, cuando prácticamente no se ha coincidido en el tiempo o muy poco, cuando han sido de estilos tan diferentes entre sí, y cuando aficionado y crítico discrepan de la aptitud de dicho personaje, a mí al respecto y en particular la declaraciones me parecen como mínimo reprochables. Y esto es lo que le sucedió al diestro Rafael de Paula en unas manifestaciones que hizo hace unos meses en un programa del Canal Sur Televisión. Se daban cita en una comida varios diestros de otras épocas para tertuliar y compartir opiniones y anécdotas. A lo visto salió a relucir quién había sido uno de los mejores toreros de los últimos tiempos y alguno de los conversadores apuntó él nombre de Enrique Ponce. Rafael de Paula: “él mejor capote o capoteador de la historia”, al oír las palabras se levantó como alma que lleva él diablo y replicó: Qué Ponce jamás había sido un torero de verdad y que arreaba o tiraba muchas sardinetas. (Señor de Paula, para gustos están los colores, y todo él mundo tiene sus seguidores y detractores que es lo qué hace grande la Fiesta. Usted está en su pleno derecho de que no le guste él de Chiva, pero podía haber sido más educado y comedido. Un veterano de su categoría que le diga a otro torero de que nunca se ha sentido torero de verdad es faltarle al respeto; aquí y en Lima). Enrique Ponce muy a pesar suyo, es y ha sido él torero con más poderío y técnica de las ultimas décadas y la critica así lo avalan. ¡Con su permiso maestro: Tenga usted más respeto!... Rafa Hernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario