LA PRIMERA ESCUELA TAURINA.

Cuando los pioneros del toreo a pie: Pedro Romero, Joaquín Rodríguez “Costillares” y José Delgado “Pepe Hillo”, desaparecen de los ruedos, la fiesta entra en cierto declive. Costillares muere retirado en 1800. Pepe Hillo un año más tarde en 1801 cuando resulta enganchado en Madrid por el toro de nombre “Barbudo”. Y Pedro Romero él único que sigue vivo de los míticos toreros se retira en 1799 y ya cuenta con 77 años de edad. Como apuntaba con la desaparición de estos genios, las corridas de toros sufren una notable decadencia de los muchos altibajos que han habido a través de la historia. Fue entonces cuando él Conde de la Estrella gran aficionado y amigo personal del Rey Fernando VII se le ocurre la idea de crear una escuela taurina, para que sirviese de reclamo y lanzadera de futuras promesas. El 26 de febrero de 1830 él Conde de la Estrella envía el proyecto al ministro de Hacienda, ya que aunque él rey estuviera de acuerdo, por supuesto en aquellos tiempos también había que seguir unas pautas y reglas el protocolo no es cosa de nuestra era. Poco después concretamente el 11 de abril de 1830 Fernando VII aprueba la petición mediante un escrito que recibe él Conde. Así se funda en Sevilla la Primera Escuela Taurina de España, y se nombra como director de la misma al anciano Pedro Romero, que como anécdota podemos añadir que estoqueó su último toro a los 77 años. Fernando VII fue un gran amante de la Fiesta Nacional, y permitió crear la Escuela Taurina, en cambio tuvo grandes lagunas como gobernante ya que como contrapunto y muy mal hecho ordenó el cierre de las universidades. El veterano matador Pedro Romero dejó constancia de toda la sabiduría que atesoraba tanto practica como teórica, ya que hasta día de hoy se recordadas sus palabras y sus famosas frases. Pero la historia de la Escuela fue escasa, ya que una vez muerto Fernando VII en 1834, y reinado María Cristina la cerró mediante una Orden Real, destinando los fondos que sufragaban la Escuela a las necesidades de la Enseñanza Primaria y asociaciones benéficas. Vamos que hizo todo lo contrario que su antecesor. Pero aún así, y a pesar de los pocos años que se mantuvo abierta pasaron por su escuelas toreros de la talla de: Francisco Montes “Paquiro”, Francisco Arjona “Cúchares” y Manuel Domínguez “Desperdicios”, otra nueva generación de estupendos toreros.