“HAY GENTE PA TÓ”.
La popular frase la acuñó el
torero sevillano Rafael Gómez Ortega “El
Gallo”, en una fiesta celebrada en un hotel de Madrid cuando le presentaron a José Ortega y Gasset. El diestro sevillano
preguntó: quién era “aquel gachó con pinta de estudiao”, a lo que le
respondieron; “es filósofo”, ¿Filo qué, ezo qué e?... dijo el matador. Y
ya le explicaron a groso modo que era un señor que analizaba el pensamiento de
la gente. “El Gallo” estupefacto y tras unos segundos de silencio, espetó con
mucha gracia “Hay gente pa tó”. Hay
quienes atribuyen la frase a toreros de época anteriores al diestro sevillano,
pero según reza en libros de tauromaquia quien realmente la dijo fue “El
Gallo”. De hecho hay fotos de archivo en las que están conversando juntos, “El
Gallo” y Ortega y Gasset. Muchos dirán que tratándose de un torero y más en
aquellos tiempos sería analfabeto; yo no sé si lo sería o no; pero hoy en día
le preguntas a mucha gente que a qué se dedica un filósofo y no te saben
contestar.
TIRAR DE LA MANTA.
Según aparece en la historia de
la legislación de Marichalar y Manrique (1868), en los siglos XVI y XVII, en
algunos lugares de Navarra, se llamaba mantas, a unos enormes lienzos colgados
en las paredes de las iglesias en los que aparecían escritos los nombres y
apellidos de las familias de los judíos convertidos, y que habían permanecido
en territorio cristiano tras la expulsión de los demás judíos. Y en ese
contexto “tirar de la manta”, significaba
investigar posibles falsas conversiones. Y de este modo quedó la expresión que
utilizamos ahora, para sacar a relucir los asuntos sucios de la gente.
TIRAR LA CASA POR LA VENTANA.
Hoy utilizamos la expresión “tirar la casa por la ventana”, cuando
queremos decir que nosotros o alguien derrocha el dinero sin medida. El origen
de la expresión nace en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III que
decidió implantar el juego de la lotería en España en el año 1763. Los premios
que se obtenían eran muy suculentos, y a la gente que le tocaba si había tenido
una vida de penurias económicas, de la alegría que le daba tiraba por la
ventana muchos enseres viejos a sabiendas de que con el dinero que les había
tocado ya tenían el resto de su vida resuelto.
NO DAR EL BRAZO A TORCER.
El origen de la expresión radica
cuando dos contrincantes se sientan en una mesa uno frente a otro para echar un pulso, hasta que uno de ellos
consigue que su adversario doble el brazo y toque con la mano la mesa, en ese
instante el otro resulta vencedor. Desde entonces se dice que uno “no da su brazo a torcer” cuando se
mantiene recto ante cualquier situación, y no se deja convencer ni por nada ni
por nadie, porque al igual que echando un pulso quien dobla el brazo pierde.
MANDAR AL CARAJO.
Los mástiles de las carabelas
españolas tenían una canastilla a la que los marineros llamaban “carajo”. Cuando alguien del barco
cometía una infracción lo mandaban al “carajo”
como castigo. De ahí las expresión “Vete
al carajo”. Además según la Real Academia Española, el “carajo” es otra forma de llamar al órgano sexual masculino. Los
marineros que mandaban al “carajo”,
que era la punta más alta del mástil, solían estar unas dos horas, y debido al
constante movimiento de la embarcación, bajaban muy mareados, y ese era el
castigo ya que luego durante dos días permanecían tranquilos y dejaban de
molestar.
SER MÁS CHULO QUE UN OCHO.
Utilizamos esta expresión cuando
queremos decir que alguien viste, habla o se comporta con cierta soberbia, y su
origen se remonta a principios del siglo XX en la Comunidad de Madrid, donde
los madrileños y madrileñas, se vestían de chulapos y chulapas para celebrar la
festividad de San Isidro el Labrador. La fiesta se celebra por la pradera de
San Isidro, y para desplazarse hasta allí tomaban el tranvía número 8 y desde entonces se usa la
expresión.