Hola a todos; queridas-os y a toda esa buena gente que andáis coleando
por ahí. Gracias por vuestros cariñosos comentarios. Mi amigo el cura me ha
preparado un brebaje, que me lo tomo tres veces al día, justo diez minutos
después de cada comida, y yo no sé qué ingredientes le echará el jodido cura a esa pócima ya que no me ha
querido desvelar el secreto, pero sí que tengo que decir que me va bien. Me va
bien en el sentido de que los huesos no me los curará, pero al rato de hincarme
ese potingue me da por reírme y mirarles el culo a todas las beatas que salen
desfilando de la iglesia una vez que mi
amigo el cura ha celebrado los santos oficios. Y me da lo mismo que esos culos
tengan cuarenta años o sesenta y siete. Además me he vuelto a colocar la faja que la
había dejado colgada este verano en el tronco perchero por aquello de las
calores. Lo que ahora me ocurre con la faja es que tengo un pequeño problema y
me explico: He echado barriga, y como también tengo la jodida dispepsia funcional,
al ir apretado me dan reflujos, y como alguien esté cerca de mí después de
haber comido ya la hemos cagado. Me dar arcadas y al primero que pille cerca lo
pongo tibio de vomiteras. El otro día mientras mi amiguete el cura decía misa,
estaba yo sentado en un banco comiéndome un bocadillo de pimientos asados con
longanizas; ya llevaba yo un rato notando que la faja iba haciendo su faena, y en un plis-plas
me vinieron las angustias y le vomité en escopeta medio pimiento verde a un tío
que estaba arrodillado en el banco delantero en toda la calva. El pelón se puso
hecho un energúmeno y aunque le pedí disculpas sirvió de poco ya que el calvo
me quería calentar. Yo también me encendí, pero al tener mis facultades físicas
mermadas a causa de la hernia, lo único que podía hacer era apretar los puños,
y del sofoco no tardó en venirme otra bocanada de ansias, y le solté otra
andanada de vomitera; en esta ocasión un buen trozo de longaniza casera se le
fue a depositar en la camisa gris perla que llevaba el calvo. Al sujeto ni le
molesto el banco que teníamos entre medias de los dos, en cuestión de segundos
se me tiró al cuello y el muy cabrón quería ahogarme. Menos mal que mi amigo el
cura se percató del detalle, y como un resorte bajo los cuatros escalones del
altar, se dirigió al calvo y le dijo textualmente: -Como no sueltes a mi amigo
Rafa, te voy a partir las dos piernas con un candelabro;- ante tal situación el
calvo recapacitó, y me soltó el pescuezo. La cosa se quedó así, y
afortunadamente no fue a más. Aquel gesto de mi amigo el cura me caló tan
hondo, que de la emoción se me saltaron las lágrimas. Estas navidades le voy a
regalar a Roberto que es el pavo más hermoso que tengo, para que él y su
querida lo doren al horno y se lo zampen
en el chalet que tienen alquilado en Benidorm donde van de vez en cuando a
pasar sus ratitos de amoríos y devaneos. En fin esto es lo que hay; y mañana me
toca la vacuna del moquillo. (Gracias a
todos y un abrazo).
STONER
Hace 10 horas