Imagen tomada de Internet.
Si tuviéramos el mismo apego a los derechos humanos y a los
derechos de los trabajadores como el que se le tiene a una bandera que al fin y
al cabo es un simple un trozo de tela colgado de un mástil, no nos torearían como lo hacen y crearíamos un mundo mucho más íntegro y equitativo. Ningún color de ninguna bandera
implica el bien social y bienestar de ningún país, puesto que todos tienen sus
luces y sus sombras. En los países nórdicos tanto a nivel social como
económicamente es donde mejor se vive actualmente del mundo y también tienen
sus pros y sus contras, y los defectos que tengan no los solucionan enarbolando
ni exaltando la bandera. Las banderas para los salvapatrias y fanáticos
empedernidos que solo ven en ella la única tabla de salvación. Al revés ocurre
todo lo contrario, sin banderas ni religiones viviríamos en unas sociedades más
unidas, justas y pacíficas. Ahora lo mismo que digo que no hay que romperse la
bata por una bandera, también opino que no hay que mofarse de ninguna, ya que
como se suele decir lo cortés no quita lo valiente. Ya que nos las han impuesto
y dicen que es el sello de identidad de un país, dejemos que el trapo en el
palo se ventee y así evitaremos posibles disgustos.