DAR
EN EL CLAVO.
Antiguamente existía un juego infantil, llamado hito, que
consistía en fijar un vástago a cierta distancia de los participantes, desde
cuyo punto éstos arrojaban, a tiento, unos tejos anillados de hierro. Así,
pues, dar en el hito equivalía a acertar. Y comoquiera que el hito solía
ser también de hierro, por lo regular un clavo, dar en el hito a dar en el
clavo vino a ser la misma cosa. De donde esta última expresión, por analogía se
hizo extensiva al hecho de atinar en la averiguación de alguna cosa complicada
y difícil.
LA BIBLIA EN VERSO.
En el año 1839 vino al mundo en Igualada (Barcelona) un hombre llamado
José María Carulla. Fue abogado, servidor del pontífice Pío IX y versificador
fecundísimo, a quien en pago por el ambicioso empeño de poner la Biblia, o
siquiera parte de ella, en verso, la Santa Sede habría de distinguir con una
Cruz de mérito. Desgraciadamente, la tarea, ingente en sí misma, aún lo sería
más para el numen de Carulla, a quien Dios, aunque otra cosa creyese él, no le
había llamado por el camino de la poesía. Así, pues, el resultado del empeño
materializado en sesenta y tres volúmenes vino a ser un fárrago inaudito de
ripios, que durante bastante tiempo fue motivo de broma en todos los cenáculos
literarios. Tanto, que desde entonces decir la Biblia en verso se hizo
equivalente de todo aquello que, por su prolijidad y confusión, resulta
indigerible.
PELILLOS A LA MAR.
El acto de arrancarse pelos en común y arrojarlos al viento ha tenido
siempre un significado de reconciliación. Así lo hacían los griegos del período
clásico y así lo hacen, aún hoy, los niños andaluces, cuando quieren sellar sus
diferencias. Toman los pelos en la palma de la mano y, soplando, exclaman “¡Pelillos
a la mar!” Trasladada al lenguaje común, la frase mantiene su primitivo
significado y se usa para sellar cordialmente el olvido de cualquier agravio.
VERSELE EL PLUMERO.
En 1820, como resultado del triunfo de la revolución liberal, que el rey
Fernando VII hubo de acatar con todas sus consecuencias, el nuevo gabinete se
apresuró a crear un cuerpo de voluntarios la Milicia Nacional, llamado a
defender los ideales progresistas del nuevo orden. En el uniforme de estos
milicianos destacaba, por su extremada longitud, el penacho, o plumero, que
servía de remate a los morriones. Como pretexto de este llamativo apéndice, los
conservadores no tardaron en poner en circulación el dicho vérsele el
plumero para denunciar punzantemente en cualquiera todo asomo de adhesión o
complacencia con la causa liberal. Despojado de su intencionalidad banderiza,
hoy se utiliza por lo general con propósito de evidenciar en alguien cualquier
tendencia o inclinación recusable no bien encubierta.
TOCARLE A UNO LA CHINA.
La primera acepción de la palabra china, según el Diccionario, es la
piedra pequeña con la que los muchachos echan suertes antes de comenzar ciertos
juegos. Según esta práctica, como es sabido, pierde aquel que acierte a señalar
la mano en que se halla encerrada la piedrecita, de donde vendrá obligado a
pechar con el papel más enojoso del juego. De ahí justamente proviene la frase tocarle
a uno la china, que, por analogía, suele aplicarse a quien, por mala
suerte, le corresponde en cualquier asunto la parte más ingrata y pesada.
SALVARSE
POR LOS PELOS.
En el pasado, el oficio de marinero no aparejaba necesariamente la
obligación de saber nada, y de hecho eran muchos los hombres de mar que no
sabían. De ahí que cuando un día, el jefe de cierto Cuerpo de la Armada,
aconsejado por razones de higiene, dio orden de cortar el pelo a rape a todos
sus hombres, se alzase entre éstos un clamor de protesta, que elevaron incluso
a la Superioridad, arguyendo que con ello se privaba de un asidero
importantísimo en caso de naufragio, dado que así, agarrándoles por el pelo,
eran salvados muchas veces de una muerte segura. El ruego, curiosamente, fue
atendido nada menos que a través de una Real Orden, expedida en 1809. Tal es el
origen de la expresión salvarse por los pelos, que hoy reservamos para
poner de relieve la circunstancia del que logra salir de una apuro extremo en
el último momento.