Mi mujer me recuerda de vez en
cuando, que de recién casados no la cogí en brazos para cruzar el umbral de nuestro nuevo hogar.
Tampoco ella me coge a mí en brazos para subir las escaleras cuando el ascensor
se estropea, y yo no le digo nada.
No hay nada más bonito que ver a
un niño vomitar en escopeta, porque aunque estés a dos metros de su radio de
vomitera, el devuelto en el cuello de la camisa lo tienes garantizado.
El mundo ha evolucionado tanto en
los últimos años, que hasta los indigentes han dado un giro de ciento ochenta
grados. Ahora mientras piden limosna mandan WhatsApp.
Si la política como tal fuera Carrera
Universitaria, muchos políticos jamás llegarían a ejercer su cargo.
Tengo tantos defectos y manías
que me falta día para ponerlos todos en práctica.
Soy un gran experto en la
búsqueda de los Pokémon. Al último lo pillé a la sombra de una higuera y lo
aplasté como a una mierda.
Por una razón u otra y por
avatares de la vida, nadie llega a ser completamente feliz. La felicidad
extrema ya no se vive ni en los cuentos de hadas.
Mi abuelo me habló en varias
ocasiones de un tal Raimundo de Peñafort, lo que nunca supe; es si fue algún terrateniente andaluz, o un amigo
republicano.
No tengo mascota ya soy yo
bastante vago como para andar cuidando otro perro.
Siempre he tenido más luces que
sombras, ya que nunca me ha gustado estar en casa en penumbras.
Dice un viejo refrán que “nunca
te acostarás sin saber una cosa más”. Yo cada noche me acuesto más idiota,
esperando a que el nuevo día me depare una sorpresa y aprenda algo nuevo.
Los políticos manejan como nadie
el noble arte de la cancamusa, y los ciudadanos somos tan memos que les
seguimos bailando los nanos.
Las bodas por la iglesia en
España, apenas superan ya el 25%. Si a esto añadimos que a misa ya no va ni
Cristo, dentro de unos años, los curas se tendrán que dedicar a la telefonía
móvil, o a vender regaliz por las ferias de los pueblos.
Me gustan las manitas de cerdo, las mantecadas
de Tudela, la Tarta de Mondoñedo y los chochos andaluces.
Me da hasta vergüenza decir todos
los males que tengo; no son graves ya que se trata de problemas óseos pero que me van mermando y mucho porque
son bastante dolorosos Aunque quizás un día lo haga público, ya que de lo contrario
no tiene gracia. Como le ocurrió a Luis Miguel Dominguín la primera vez que se
acostó con Ava Gardner, que cuando terminó la faena se levantó de la cama y
dijo: “Voy a contarlo”.
Respeto mucho a los homosexuales,
es más admiro a los que lo declaran abiertamente; pero esos bujarrones que se
esfuerzan con su conducta para demostrar que son maricones, me dan un poco de
asco. Se puede ser homosexual, sin mostrarse tan dulzón ni modosito. Joder es
que estos que menciono disfrutan perdiendo aceite. Ser homosexual, es una
tendencia sexual más y punto. Como lo es ser heterosexual, bisexual o fumador
empedernido. Pero eso de que se sientan orgullosos de serlo, y que con su
comportamiento presuman de ello nunca lo he entendido.
Nadie es profeta en su tierra y
yo lo noto. Debido a mi dispepsia funcional, me hecho todo un experto en
tirarme pedos de largo alcance. Hace unos años hice una exhibición de mis
flatulencias en un hotel de Zamora, y un grupo de turistas coreanos me
aplaudieron a rabiar. En cambio lo hago en la Gran Vía de Valencia, y la gente
o me mira con cara de asco, o me muestran indiferencia.
Cuando una puerta se te cierra,
otra se abre; y si hay corriente de aire se te cierran las dos.
Sé que soy muy mal hablado, o
mejor dicho mal escrito; pero a ver
quién me rebate que las almorranas dan mucho por culo.