Imagen tomada de Internet.
Cuando yo era joven raro era ver a un chaval con barba, y
ahora lo raro es ver a un joven entre los veinte y treinta y cinco años sin
barba. Y los hay que la barba les sienta como a un cura dos pistolas, aunque
también entiendo que afeitarse aunque uno lo haga cada dos días es un
coñazo, y muchos se la dejen crecer
simplemente por comodidad. También por supuesto influyen y mucho las modas,
pero todas las modas pasan: ahora lo que prima son los calvos y las barbas,
pero de los calvos ya hable en su día así que me centraré con las barbas.
Dejarse crecer la barba es más antiguo que toser, pero no siempre ha estado
bien visto lucir barba; es más en otras culturas y civilizaciones y en otros
tiempos ha estado prohibido, y hasta penado puesto que metían a la gente en la
cárcel. Por ejemplo el rey Enrique VIII de Inglaterra creó en su tiempo un
impuesto a la barba. Pero el muy caradura se aseguró de incluir una cláusula
que exceptuaba al monarca de pagarla. Alejandro Magno prohibió las barbas en
sus ejércitos, y como medida la tomó después que las tropas persas los
derrotaran en varias batallas; los agarraban de las barbas, los hacían caer de
los caballos y los apresan o degollaban. En la mayoría de los ejércitos y
Cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, por razones de estética las barbas
están prohibidas, y como excepción los Estados Unidos permiten a sus soldados
la barba, cuando son destinados en misiones a países musulmanes; “ya que allí
las lucen a la fuerza”. También hay que decir que los que somos asiduos a
afeitarnos perdemos un promedio en la vida de unos cinco meses en estos
menesteres: Fidel Castro llegó a decir que se había ahorrado 10 días de vida
solo por no afeitarse, y se equivocó puesto que se ahorró mucho más. A lo largo
de la historia ha habido infinidad de personajes que han lucido una frondosa
barba, pero no todos ha sido por gusto ni estética, ya que otros los han hecho
por varias razones, incluso por fuerza mayor. Por ejemplo Fidel Castro se tuvo
que dejar la barba por razones obvias; cuando acampaba en las montañas cubanas
con su ejército rebelde no tenía el patio como para detenerse a rasurarse la
cara, además la gente empezó a llamarles “Los Barbudos”: se dio cuenta de que
ello le daba poder y decidió dejársela ya de por vida como símbolo y triunfo de
la revolución. El científico inglés Charles Darwin se dejó crecer su prominente
barba después de cincuenta años, y lo hizo por problemas de salud. Sufría de
una eczema terrible y si se afeitaba el pobre hombre de lo que padecía se
quería morir. Y otros muchos dejarse crecer la barba lo han hecho por motivo de
imagen al haber sufrido algún accidente y quedarse el rostro poco agraciado,
como le ocurrió al expresidente Mariano Rajoy. Y el caso más singular y curioso
fue el de Abraham Lincoln, que se dejó crecer la barba por la carta de una niña
de once años llamada Grace Bedell. Esta niña le escribió una carta en octubre
de 1860 al mandatario asegurándole que como tenía la cara muy fina, si se
dejaba barba estaría mucho mejor. Además le ponía que si se la dejaba,
convencería a sus cuatro hermanos y a sus padres para que le votasen a él. Y ya
para finalizar, decirles a los barbudos y me refiero a barbas como mandan los
cánones, “no a esos que llevan cuatro pelos desaliñados y a rodales y que
presumen de barba”, que el primer sábado
de septiembre de cada año se celebra el Día Mundial de la Barba. Yo
seguiré afeitándome y dejándome la cara como el culo de un bebé.