COMENTARIO DEL DÍA.

El pasado 31 de octubre un avión ruso de pasajeros con 224 personas a bordo se estrellaba en Egipto. No hubo supervivientes y todas las hipótesis apuntaban de qué se había tratado de un atentado terrorista, y así lo afirmaba la inteligencia británica y estadounidense. El Gobierno ruso en un principio fue más cauto, hasta llegaron a desmentirlo, porque no querían pillarse los dedos hasta saberlo a ciencia cierta. Ahora una vez concluida toda la investigación por parte de expertos rusos, ya se confirma que se trató de un atentado terrorista yihadistas al colocar una bomba en la bodega del avión. Se trata del mismo grupo que sembró el terror el viernes pasado en París. El presidente ruso Vladímir Putin desde que el avión explotó había estado más bien calladito, y lo que hacía y ya llevaba días era mandar a sus cazabombarderos a bombardear posiciones y núcleos de territorio sirio refugio de estos terroristas. Pero recientemente en una rueda de presa y  ya sabedor de lo que ocurrió se ha despachado a gusto y ha soltado una frase genial para enmarcar: “Perdonar a los terroristas corresponde a Dios, enviarlos con él es cosa mía”. Pero si esta tiene miga y tela al final de su oratoria  concluyó con otra que tampoco es moco de pavo: “Os iremos a buscar al fin del mundo y allí os mataremos. A mí no me cabe la menor duda de que Putin cumplirá su palabra.