Imagen tomada de Internet.
Por el bien de todos debemos permanecer en casa encerrados el
tiempo que haga falta, y ante tal situación no hay que perder el ánimo y sobre
todo el buen humor, sino lo podemos pasar francamente mal, puesto que ya hay
gente que el confinamiento les está pasando factura. Entre los problemas sicológicos que se están
presentando hay que destacar: depresión, ansiedad, estrés, insomnio y sobre
todo accidentes caseros y manías muy raras que le está dando a la gente Aquí os
dejo casos reales de nuestro país. El 112 recibe todos los días cientos de
llamadas de auxilio, como por ejemplo el confinamiento de Agustín de Alcázar de
San Juan (Ciudad Real) que se cayó en el retrete y se rompió la nariz. El caso
de José de Melilla que de estar tanto tiempo sentado en el sofá se quedó
atrofiado, y al agacharse a rascarse los pies se astilló dos costillas. A Luisa
de Sevilla le ha dado por lavarse el chichi tres veces seguidas antes de hacer
la comida. Y Marcelo de Lugo ya se ha leído dos veces la Biblia y le dice a su
mujer y a su hijo Fernandito que es el nuevo Mesías. Isidoro de Soria descorre
las cortinas y se harta de llorar, porque su mujer para que no se le pegue el
“bicho” no lo deja que se asome ni a la ventana. Rosa de Villanueva del Fresno
(Badajoz) se pasa todo el día corriendo por el pasillo huyendo del marido,
porque este, de ver tantas películas de zombis quiere comerle las orejas. Tomás
de Alicante como ya no sabe lo que hacer, se afeita dos veces todos los días y
se le ha puesto la cara en carne viva. A Enrique de Tenerife le ha dado un
subidón de azúcar, y de la salita al comedor arrastra los pies. Mercedes de
Valencia tiene tal psicosis con el virus que ha mandado al marido a dormir al
sofá, y ella se acuesta con mascarilla y guantes. A Carmen de Pontevedra le ha
dado por lavarse los pies antes de hacer la tortilla de patatas. Alberto de
Madrid nada más levantarse de la cama se come tres dientes de ajos, ni que el
cabrón del coronavirus fuera un vampiro. Honorio de Paiporta (Valencia) se lava todos los días los dientes con aceite
de oliva. Bernardo de Alcoy (Alicante) es totalmente calvo, y le calienta los
cascos a su hija diciéndole que desde que está confinado tiene caspa. Raúl de
Ronda (Málaga) sale al balcón con un casco de romano y una túnica blanca
gritando que es Pompeyo el Grande. Eva de San Sebastián se pasea por casa en
bañador, y le dice al marido que “La Concha” se está secando. Felipe de Granada
cuando no anda leyendo tebeos de Mortadelo Y Filemón, se pasa el rato tocándose
el boniato. Y la semana pasada salió en la televisión catalana un caso muy
curioso, o mejor dicho dos. Chelo de Barcelona salió al balcón y se lio a
cantar una saeta, cuando todavía faltaba una tira de días para Semana Santa, y
un negro del balcón de enfrente le replicó bailando en cosaco. Yo el
confinamiento lo llevo bien: doy vueltas por la casa todos los días una hora y
media, y luego me tomo un paracetamol para los dolores. En cuanto a la
protección también bien. Mi mujer me ha hecho una mascarilla con cuatro capas,
y me coloco unos guantes de boxear de mi primo Ricardo de cuando era boxeador.
El problema de la mascarilla es que como pesa mucho, no puedo girar la cabeza,
pero con tantas capas al “bicho” digo yo que le costará más entrar. Para
acostarme, la mascarilla me la quito no vaya ahogarme, pero los guantes de
boxeo para no tocarme mi cuerpo serrano a pelo se acuestan conmigo.
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