Que la Iglesia no está pasando una de las etapas más brillantes de su historia es obvio, y un sacerdote ha decidido abrir una club-bar para que los jóvenes se acerquen al seno del Señor. Así que del vino de consagrar se ha pasado a la cerveza de barril. La cripta de la basílica de San Carlo al Corso, cerca de la plaza de San Pedro, ha tenido tumbas de cardenales durante siglos y ahora está cobrando vida propia. El sacerdote propulsor del proyecto se llama Maurizio Mirilli, jefe de la pastoral para jóvenes de la Iglesia Católica en Roma, que ha convertido una parte de la cripta en un club nocturno con un escenario para música en vivo y un bar provisto con cervezas y varios vinos. El padre Mirilli ha bautizado el lugar como GP2, abreviatura de Giovanni Paolo II (Juan Pablo II en italiano). El cura dice que para los jóvenes romanos el GP2, es un local para socializar, bailar y tomar una copa con un obispo “si el asunto encarta”. Escrito a lo largo de la barra del bar hay un pasaje bíblico del evangelio según San Juan que citaba a Jesucristo: “Tengo sed”, pero San Juan no creo que dijese en el evangelio “Dadme cerveza y vino”. El padre Mirilli lo tiene muy claro y ve en el club como un puente para llevar a los jóvenes italianos al seno de la Iglesia, ya que lo que se pretende es buscar sangre nueva; “joder esto asusta un poco, a ver si resulta que son vampiros”. Mirilli espera que los jóvenes se lo pasen bien pero que no se emborrachen, de hecho bebidas fuertes como el vodka y la ginebra no se sirven, pero bueno, “si se ponen de cerveza hasta el culo ya me contarán”. La música que se escucha debe ser de inspiración cristiana aunque a veces el club está dispuesto a cumplir a la demanda popular; “vamos que si tercia se baila un pasodoble o un tango arrastrao”. La cerveza cuesta 2,50 euros y según el cura alrededor de un tercio menos de lo que cobra la competencia. Hace poco un grupo de jovencitas movía las manos y las caderas al ritmo del clásico YMCA del grupo Village People, y fijo que más de uno diría, “el asunto ya se va calentando”. Supongo que estará prohibida la entrada al local a menores de edad, ya que eso de que los jóvenes se acerquen a la Iglesia está muy bien: “pero conviene que no se arrimen demasiado”.
Muy original, amigo Rafa, la idea del padre Mirilli. Y, vete a saber, a lo mejor sirve para que algunos jóvenes se acerquen a la Iglesia otra vez, ya que este mundo nos lo están descristianizando. Es que la Alianza de Civilizaciones, por lo que parece, da preferencia a los muslines.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Hola José Luis; pues hombre sólo por la cervecita la verdad es que para tratarse de un club es un precio asequible. No he estado en Roma, pero si alguna vez voy, será cuestión de visitar al padre Mirilli. Saludos José Luis.
ResponderEliminarRafa,
ResponderEliminarme parece perfecto que la Iglesia tenga esas ideas de marketing para atraer feligreses, pero prefiero pagar algo más y tomármela en algún otro sitio más decente.
Saludos.
MENTALISTA, tratándose de un club si en los rezos no se extienden demasiado y de vez en cuando actúan chicas bailando el Can-can, sería cuestión de probar; nada malo no creo que te peguen. Saludos.
ResponderEliminarRafa, lo único que igual te tienes que comer alguna hostia.
ResponderEliminarjajajajajaj
Eso si es que es trago de mal gusto. Me la dieron cuando tomé la Comunión, se me pegó en el cielo de la boca, y no se despegaba de ahí ni pa Dios. Saludos MENTALISTA.
ResponderEliminarEso ya está inventado, cando yo iba al colegio, un cura montó una disco..Y te aseguro que no bailábamos el can-can ese. Y no bailábamos "arrimado" porque no se llevaba.
ResponderEliminarO sea MENTALISTA, que tu no hubieses bailado ni tomado una copa conmigo..Te estás ganando una toba en la napia, gratis..
:)
Joder Candela que adelantada que estaba ya la Iglesia, que cuando tú ibas al cole el cura ya montó una discoteca. O tu eres muy joven, o los demás somos carcamales.
ResponderEliminarCandela, yo hubiera bailado y tomado una copa contigo aunque me hubieses invitado a la mismísima basílica de San Pedro, que no es santo de mi devoción.
ResponderEliminarUn saludo.