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Una enfermera de un centro penitenciario le aumenta a un recluso que estaba en tratamiento una dosis más elevada de la requerida y le provoca una erección de cincuenta y cinco horas. La genial enfermera no sabía como apaciguarle al hombre la berenjena y le aplicó hielo, pero aquello no se achicaba ni por la Virgen. El hombre tenía que mear dando saltos como los masáis y durante dos largos días tuvo la batuta que podía dirigir la Filarmónica de Viena.
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