COMENTARIO DEL DÍA.

Esta mañana he ido a una clínica a que me hicieran una prueba de la sordera, ya que los oídos me zumban cosa fina. El especialista me ha metido en una cabina, me ha puesto unos cascos y esta música de fondo del vídeo para comprobar si la escuchaba o no. “Mira que has dicho, éste no sabe lo que ha hecho”. Me he salido con los cascos en las orejas y me he liado a moverme como una anguila por toda la clínica, pegándome unos bailoteos de cojones. Allí se ha armado una buena, ya que otros sordetes se han unido a la fiesta, y en pocos minutos las salas era un bullir de meneos, brincos y palmoteos. Hasta que punto no habrá llegado el choteo que han tenido que llamar a la policía local, para que depusiésemos nuestra actitud. Pero ojo lo más gracioso, es que después más tarde me he enterado, de que uno de los que metía más bulla y bailaba era un otorrino prejubilado. Él tío desde luego era la monda, medio cojeando y los calzones caídos, me animaba a mí y se jaleaba a él mismo para que el baile no parase: “Vamos y a mí lo que me faltaba es que me azuzaran mucho”. Por fin no se ni como ando de los pabellones auditivos, pero joder que rato más bueno hemos pasado.