COMENTARIO DEL DÍA.

Hoy estoy feliz y contento: tan repleto de felicidad que no cojo en el pellejo. El motivo no es otro, que ese otro es mucho cuando me he enterado que al cardenal Rouco Varela le han concedido la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, que es el máximo galardón que concede la Comunidad madrileña. Los motivos de que el arzobispo recibiera tan prestigioso premio han sido los doce años que ha estado al frente de la Conferencia Episcopal y los servicios que ha prestado al pueblo madrileño. “ Que a monseñor se le reconozca tal esfuerzo y dedicación, para mí y desde mis profundas creencias religiosas representa un gran orgullo y satisfacción”. Este galardón le fue concedido anteriormente al portero del R. Madrid Iker Casillas y a la expresidenta de la Diputación Esperanza Aguirre. En cambio a mi amigo él cura no le ha hecho tanta gracia, ya que dice que él lleva quince años al frente de una parroquia y lo único que recibe de vez en cuando son pastelitos caseros de una vieja beata, jorobada y sin dientes, que cuando se los ofrece le guiña un ojo y lo mira como una gata en celo. Pero claro éste amigo cura no es un clérigo común, es una excepción y un cachondo mental de mucho cuidado: “de todo hay en la viña del Señor”. El muy cabrón cuando nos tomamos una cervezas y se le calienta la boca me cuenta lo que le han dicho las meapilas en confesión, y nos echamos unas risas de cojones. Una vez me contó que una de estas cascarrias santurronas le decía al marido muchas tardes que se iba a casa de una amiga a hacer ganchillo, y a lo que iba era a ver a un viejo que jugaba a la petanca, y cuando terminaba la partida, el viejo se la “zumbaba” detrás de una higuera.