SOY UN FENÓMENO.

Llevo unos días locos, y espero que pronto vuelva todo a la normalidad y recobre el resuello que tanta falta me hace. Como sabréis muchos George Clooney se encuentra desde hace unos días rodando en Valencia su última película. Pues bien por medio de mi representante y el suyo, el actor estadounidense ha requerido de mis servicios para que estos días le haga de guardaespaldas. Como os he comentado en otras ocasiones soy menudo, pero lo que no os había dicho es que a pesar de no tener un aspecto de tipo fuerte y musculoso, reparto hostias como panes, ya que soy un experto en artes marciales, y practico todo tipo de lucha de cuerpo a cuerpo desde que tenía cinco meses. Hace más de treinta años que domino a la perfección el Karate, Kung Fu, Judo, y el Jiu Jitsu, además del remolido de medio lado, y la cameta doblada. Estas dos últimas modalidades de lucha son exclusivamente de cosecha propia. Me saqué el título de guardaespaldas en Daroca (Zaragoza). En 1984. Ayer por la mañana tuve que entrar en acción: George tenía una sesión fotográfica en el puerto de Valencia, concretamente en el muelle del Este, y desde hacía más de una hora de la llegada un fotógrafo le venía incordiando metiéndole prácticamente la cámara por la nariz para coger los primeros planos, pero bueno hasta aquí vale, pero cuando ya empezó a guiñarle el ojo, por supuesto esto a Cloney ya le molestó; yo como es mi obligación ya me había percatado del detalle, pero esperaba una respuesta por parte del actor, y cuando este me lo indicó con un ligero movimiento de cabeza, quiso decirme que pasara a la acción. Cuando el paparazzi se percató de mi presencia, dio marcha atrás. Pero de poco le sirvió: Retrocedí unos pasos, cogí carrerilla y unos doce metros antes de llegar a él ya llevaba la pierna derecha levantada y en posición completamente horizontal, le metí un viaje en el esternón y fue a parar a las aguas del puerto. El fotógrafo al perder el conocimiento se hundió bajo las aguas, y gracias a dos pescadores de atunes que se hallaban muy próximos y sin ánimo de lucro se lanzaron al agua para rescatarle. George al verme como trabajo me ha pedido que me vaya con él a Estados Unidos para que le haga de guardagibas, pero yo no me puedo permitir el dejarme desamparados a mis pavos los fines de semana. Hace años también trabajé a las ordenes de Steven Seagal, Jean Claude Van Damme y Chuck Norris. Con los dos primeros no tuve que mostrar mis dotes, ya que afortunadamente nadie les incordió, pero con Chuck Norris tuve que repartir leña de lo lindo. Chuck vino a España hace siete años, concretamente a La Roda (Albacete), para que el veterinario del pueblo le hiciese un estiramiento de piel, que este doctor en una eminencia en esta materia. La consulta era por la tarde, así que fuimos a comer a un bar, y mira por dónde nos topamos con los chuletes del pueblo. Eran cuatro tíos que empezaron a reírse por las tintada de pelo y bigote que llevaba Norris. El bueno de Chuck comenzó a hacer pucheritos y rompió a llorar como un niño chico. A mí aquello me llegó al alma, y aunque no se hubiese tratado de que era el guardaespaldas del actor y de que me pagaba, con otra persona cualquiera hubiera hecho lo mismo, porque no puedo ver calamidades. Un fuego infernal me corrió por el intestino, aparté hacia un lado a Chuck y me tiré en plancha sobre aquellos indeseables. El resultado fue que a uno le tuvieron que aplicar cuarenta y siete puntos de sutura en la cabeza. Otro rotura de clavículas, un tercero salió con siete costillas rotas, fémur y húmero, y el cuarto que fue al que menos le aticé y salió mejor parado le rompí los cuatro dedos de la mano derecha, y la  rotula. Al que le partí las clavículas y otras partes del cuerpo, logró darme un puñetazo en el hombro y morderme el codo. Este era un tío robusto y corpulento y luego me enteré que era de campo y cultivaba melones. Lo agarré con la mano izquierda fuertemente de los testículos mientras con la derecha me tiré al pescuezo. Lo levanté más de cuatro palmos del suelo, y en vilo le di tres vueltas hasta que lo estampé de espaldas sobre el suelo. El propio cabo de la Guardia Civil de La Roda me dio las gracias, y me comentó que ya era hora de que alguien les leyese la cartilla a los matones del pueblo, que traían fritos a todos los vecinos. Me gusta trabajar de guardaespaldas ya que es un oficio bien pagado, pero también corres un riesgo cuando tienes que enfrentarte a diez o doce tíos a veces hasta armados con bates de béisbol. Hay que estar muy preparado como es mi caso para la lucha cuerpo a cuerpo y dominar las artes marciales hasta limites insospechados. Yo mismo en ocasiones hasta me asusto de las armas tan mortíferas que poseo, como son mis piernas y mis brazos. (Y como de casta le viene al galgo, la mastodonte de la foto que golpea con tan mala leche es una prima mía que ha seguido mis pasos).

Posdata: Creo que entre mañana y pasado sino me surge nada, os pueda ir visitando.