LA LEY SECA.

La ley Seca estuvo vigente en Estados Unidos nada más y nada menos que trece años; desde enero de 1.920 hasta 1.933 en el que el gobierno decidió aprobar la 21 enmienda y puso fin a ella. Durante esos años se prohibió la producción, distribución y venta de cualquier tipo de bebidas alcohólicas. Existió un movimiento llamado por la “Templanza”, que luchaba contra el consumo de este, intentando así conseguir la moderación de la comida y bebida. A estos se unieron grupos de activistas y la iglesia, que consideraban que el alcohol aumentaba la pobreza, la prostitución y la delincuencia. “Y menudo cóctel molotov que se juntaron; activistas e iglesia, “así se lió la que se lió”. Se dedicaron a cerrar bares, a destrozarlos y a perseguir a contrabandistas. Pero esta ley Seca sirvió más bien de poco, todo lo contrario, ya que se calcula que más de 10.000 personas murieron a causa del envenenamiento por consumir alcohol en mal estado. Y como no podía ser de otra forma “hecha la ley hecha la trampa”. Se estima que en el año 1925 en plena prohibición solo en Nueva York había entre 30.000 y 100.000 bares ilegales, creando un mercado clandestino de alcohol dirigido y manipulado por contrabandistas y mafias muy bien organizadas. Y como el ingenio de la gente ante lo prohibido no tiene límites, mira por dónde reinventaron los cócteles, y después de abolir la ley seca siguieron de moda, ya que aunque el cóctel hizo acto de aparición en el siglo XIX, hasta entonces no había tenido trascendencia alguna. Como el alcohol que se podía conseguir era de tan mala calidad y de pésimo sabor, la gente con el whisky de garrafa y la ginebra la destilaban en una bañera, y lo mezclaban con zumos, cítricos y azucares. La ley seca fue un descalabro y un error total por parte del gobierno, ya que el crimen organizado y las mafias hicieron estragos. El gánster y contrabandista más famosa de la época fue Al Capone. La ley seca fue tan desastrosa que sí antes de la prohibición había 4.000 reclusos en las prisiones federales, en 1.932 el número de presos rondaba  las 27.000 personas. “Para esto sirvió la ley y eso que pretendían acabar con la delincuencia”. Las prohibiciones de esta índole demuestran a las claras que no sirven para nada, al revés todo lo contrario. La gente agudiza los cinco sentidos para quebrantar la ley, y los daños que se originan entonces son muchos más graves que los que se daban antes de la abolición. Si por ejemplo prohibieran la venta y el consumo de tabaco, ya se las ingeniaría la gente para fumar lo que pillasen, y las muertes y enfermedades crónicas que provoca el tabaquismo no por prohibir iban a disminuir. El mundo ya está zumbado y si no existiesen leyes que nos prohibieran muchas cosas sería un caos total; siempre las habido y la habrá, y son necesarias. Pero hay otras prohibiciones tan inútiles y absurdas, que han sido creadas únicamente para coartar la libertad de los ciudadanos.